El marco normativo internacional cuenta hoy en día con múltiples instrumentos que obligan a los gobiernos y a la sociedad a abordar el doble reto de conservar y restaurar los ecosistemas marinos. La aprobación del Marco Global de Kunming-Montreal para la Biodiversidad, del Convenio de las NNUU para laDiversidad Biológica dedica 2 de sus 23 metas a acciones directamente relacionadas con la protección de la biodiversidad mediante estos dos mecanismos. La meta 2, pide a los estados “garantizar que para 2030 al menos un 30 % de las zonas de ecosistemas terrestres, de aguas continentales y costeros y marinos degradados estén siendo objeto de una restauración efectiva, con el fin de mejorar la biodiversidad y las funciones y los servicios delos ecosistemas y la integridad y conectividad ecológicas”. La meta 3, por su parte, pide “garantizar y hacer posible que, para 2030, al menos un 30 % de las zonas terrestres y de aguas continentales y de las zonas marinas y costeras, especialmente las zonas de particular importancia para la biodiversidad y las funciones y los servicios de los ecosistemas, se conserven y gestionen eficazmente mediante sistemas de áreas protegidas ecológicamente representativos, bien conectados y gobernados equitativamente y otras medidas de conservación eficaces basadas en áreas, ….”.
Con un planteamiento paralelo, la UE aprobó en 2024 el Reglamento europeo de restauración de la naturaleza, que obliga a los Estados a restaurar al menos el 20% de las zonas terrestres y marinas de la UE de aquí a 2030, y todos los ecosistemas que lo necesiten antes de 2050. Este reglamento complementa ala Directiva de Hábitats de 1992, cuyo objetivo es la protección de los tipos de hábitat naturales y las poblaciones de las especies silvestres (exceptuando las aves) de la UE, mediante el establecimiento de una red ecológica y un régimen jurídico de protección de las especies. La Directiva establece la necesidad de conservar los hábitats de interés comunitario, y obliga a que se adopten medidas para mantenerlos o restaurarlos en un estado favorable.
Sin duda, estos marcos regulatorios nos muestran la importancia de desarrollar adecuadamente ambos enfoques para conseguir detener la pérdida de biodiversidad y garantizar la continuidad de los bienes y servicios que los ecosistemas nos prestan continuamente. No obstante, muchas personas tienen aún dificultades en aceptar este doble objetivo y en ver la necesidad de plantear las acciones de ambas metas de forma conjunta y complementaria.